Las cuerdas vocales constituyen la fuente principal de sonido del ser humano, aunque no la única, ya que la laringe es quien provoca el flujo de aire en pequeños pulsos de ondas sonoras. La laringe determina la frecuencia fundamental del sonido, pero este valor es influido por la longitud, tamaño y tensión de las cuerdas vocales, que generan un sonido constituido por numerosos armónicos, generados por los contactos entre las láminas vibrantes, cuando se acercan para vibrar. Las falsas cuerdas vocales (cuerdas vestibulares y ventriculares) no intervienen en la fonación.
La epiglotis se encarga de cerrar la tráquea durante la deglución y para dirigir el bolo alimenticio hacia el esófago.
Las cuerdas vocales masculinas miden entre 17 y 25mm de longitud; las femeninas entre 12,5 y 17,5mm, con entre 3 y 5mm de espesor, aproximadamente. Estas diferencias son las que provocan los diferentes tonos en el habla.
Las cuerdas vocales pueden verse afectadas por el sobreuso, traumas químicos, térmicos a mecánicos, el hábito de fumar, el cáncer de laringe, cirugías, pólipos, nódulos y edemas.
En el diálogo habitual, un adulto masculino fona un sonido con una frecuencia fundamental de entre 85 y 180Hz y un adulto femenino entre 165 y 225Hz. En general, el rango de la voz se extiende desde 90 hasta 1100Hz, aunque han existido casos con límites superiores de hasta 14 kHz.
El rango vocal determina los límites entre los que se hallan los sonidos que se pueden fonar. Esto es particularmente importante para el canto, por lo que se clasifican las voces en diferentes tipos clásicos